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El xebec, originalmente un barco de origen árabe, encarna la maestría marítima y la versatilidad de los barcos del Mediterráneo.
Con sus tres mástiles con vela latina y un peso que varía entre 150 y 200 toneladas, el xebec se distinguía por su capacidad de adaptarse a una variedad de roles.
Aunque generalmente armado con 14 cañones de calibre medio y 6 culebrinas para el combate cercano, a menudo también realizaba tareas de transporte de carga.
Originalmente concebido quizás como un barco de pesca con redes, el xebec se caracterizaba por su capacidad para navegar tanto a vela como a remo. Con un sistema de aparejo en 3 mástiles y un número de remos que podía variar de ocho a doce, el xebec era ideal para las aguas cerradas del Mediterráneo, donde podía maniobrar ágilmente incluso en condiciones adversas de viento.
Además de sus hazañas bélicas, el xebec jugó un papel importante en la exploración y las rutas comerciales del Mediterráneo, convirtiéndose en un valioso aliado para los mercaderes y exploradores de la época.
Durante el siglo XVIII, el xebec vivió su período de mayor difusión, convirtiéndose en un recurso importante para las marinas mediterráneas. Utilizado por España, Cerdeña, el Reino de Nápoles, los Estados Pontificios, Venecia y otras potencias, el xebec se convirtió en una herramienta crucial en la lucha contra los corsarios berberiscos.
Aunque el tiempo se ha llevado sus velas y su madera se ha desintegrado, el xebec sigue siendo una figura icónica, un testimonio de la maestría marítima y la aventura sin límites de los mares antiguos.
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