Durante el siglo XVIII, el xebec vivió su período de mayor difusión, convirtiéndose en un recurso importante para las marinas mediterráneas. Utilizado por España, Cerdeña, el Reino de Nápoles, los Estados Pontificios, Venecia y otras potencias, el xebec se convirtió en una herramienta crucial en la lucha contra los corsarios berberiscos.
Aunque el tiempo se ha llevado sus velas y su madera se ha desintegrado, el xebec sigue siendo una figura icónica, un testimonio de la maestría marítima y la aventura sin límites de los mares antiguos.