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En el siglo XIX, New Bedford era el centro de la próspera industria ballenera estadounidense. Las balleneras, robustas y maniobrables, eran las embarcaciones utilizadas para la caza de ballenas, vitales para la economía de la región.
Construidas para resistir los rigores del mar abierto, estos barcos eran símbolos de una era en la que el aceite de ballena era un recurso valioso para la iluminación y la producción de jabones.
La típica ballenera de New Bedford, utilizada hasta 1860, era ligera y robusta con forro solapado y proa y popa similares.
Además de seis tripulantes, el bote llevaba unos 40 elementos esenciales para la navegación y la caza. Estos botes podían ser arrastrados por largos tramos por ballenas arpuneadas, con regresos que a veces tomaban más de dos días.
Agua dulce, provisiones, tabaco, mástil, velas y brújula siempre estaban a bordo - esenciales para sobrevivir en mar abierto.
Las expediciones balleneras eran muy peligrosas y aventureras: requerían una buena dosis de coraje y habilidad.
Las tripulaciones de balleneros enfrentaban mares tormentosos y ballenas gigantes, a menudo en condiciones difíciles.
Cada viaje era una prueba de resistencia y determinación, y las balleneras estaban en el corazón de estas aventuras épicas.
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